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domingo, febrero 7

Losar February 14th 2010. 2137 metal tiger year

Losar es el tradicional día del año nuevo tibetano, el cual se basa en sofisticados y complicados cálculos astrológicos combinando sistemas solares y lunares. De acuerdo a estos cálculos, los tibetanos entrarán (el próximo Domingo 14 de Febrero 2010) en el año 2137, el año del hierro y del tigre. Estos cálculos consideran la fecha del primer rey tibetano entronizado el año 127 a.C. en el valle de Yarlung, Tibet central; 127 a.C. + 2010 = 2137. Su celebración ha sido importante, no únicamente desde el punto de vista de las diversas festividades que en esos días se llevan a cabo, sino que porque destaca la existencia de un país en el mundo, cuyo conteo en existencia - aunque difiere del nuestro en occidente y del de China - reviste el mismo valor y su celebración conmemora la existencia de un país como cualquier otro. El año pasado sin embargo, los preparativos y festividades para su celebración fueron suspendidos por primera vez. ¿La razón? muy simple! el pueblo tibetano se quedó sin fuerzas y deprimido luego de los innumerables caídos en las demostraciones que se llevaron a cabo en Lhasa a favor de la causa, realizadas durante todo el año 2008, dejando a cientos de familias en profundo dolor a causa de pérdidas irreparables. Este año, el año del hierro y del tigre, combinación que no deja de reflejar fortaleza y asertividad, los tibetanos desean nuevamente celebrar su año nuevo y demostrar al mundo un legado histórico particular. Aquella historia propia que siempre conocieron, con sus fiestas y tradiciones, con sus banderolas colocadas por doquier, con las bufandas blancas amarradas a árboles, macetas y cañerías de agua. A esas ajetreadas cocinas en cada casa, llenas de olores que anuncian exquisitos manjares disfrutados y agradecidos por cada familia tibetana en los días de Losar. A los niños corriendo por las calles, luciendo trajes nuevos y comiendo dulces deliciosos. A los mayores preparando sus arcos y flechas para las competencias en donde orgullosos podían mostrar sus habilidades de arqueros reales, a los artistas, bailarines que en esos días se engalanaban para danzar a los dioses. Y aunque aquella historia tibetana, tan singular y auténtica hoy no puede llevar el mismo toque divino de entonces, tibetanos en exilio desean conmemorar, vivenciar su fiesta, afianzar su cultura y tradiciones… y… nunca olvidar. ¿Será este el único modo de reivindicar una ancestral cultura en plena extinción? O ¿solo sirve esto para alimentar la nostalgia de un pueblo que se resiste a perder sus tradiciones tan recientemente ( en la historia del mundo) mancilladas? La respuesta está en el gobierno chino, poderoso pero aún no conciente, que no ha vislumbrado siquiera el valor de estas tradiciones, el valor que la diversidad de culturas de los pueblos puede aportar, coexistiendo en armonía con la modernidad sin imponer ésta a un ritmo neurótico que escapa a la paz y tranquilidad con que el ser humano desearía transitar en esta historia. Este gigante asiático con su poder, simplemente va apagando la luz de vida de cada tibetano, pretende transformarlo, depurarlo, extirparle sus creencias religiosas las cuales ‘no son aptas para los buenos negocios’ y con esto conseguir a un hombre moderno robotizado, funcional y práctico ante todo. Quizás esta es la formula vigente hoy en muchas naciones, y es por ello que el botón de muestra del Tibet de antaño era un valioso recordatorio para todos…¡¡¡que tristeza produce su desmoronamiento!!!