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lunes, enero 11

EL ACTUAR REALISTA PARA LA AUTONOMIA TIBETANA

EL ACTUAR REALISTA PARA LA AUTONOMÍA TIBETANA Cualquier cambio en la política estadounidense hacia el Dalai Lama alentará un mal comportamiento en Beijing Por Paula J. Dobriansky The Wall Street Journal / Opinión 6 de enero de 2010 Cuando el presidente Obama no se reunió con el Dalai Lama durante su viaje de octubre a Washington, dio a muchos la impresión que la promoción de los derechos humanos no era fundamental para la política exterior de esta administración. Esta imagen ha de corregirse con prontitud. Aunque EE.UU. acepta que Tíbet es parte de la República Popular de China, por décadas, nuestro país ha apoyado la autonomía de Tíbet, en especial, en la cultura y la religión. Si EE.UU. diera un paso atrás en esta posición, es probable que a esto le siguiera un aumento de la represión china sobre los tibetanos. Esa represión también tendría consecuencias negativas para China. Una China dedicada a la represión severa, es incapaz de garantizar la estabilidad interna. Una China opresiva, es igualmente incapaz de funcionar como un actor mundial responsable - algo que EE.UU. ha intentado fomentar durante mucho tiempo. La opinión de que la represión en Tíbet, tendría consecuencias negativas para China es compartida por nuestros aliados europeos. Como Ministro de Relaciones Exteriores británico, David Miliband, dijo: “Al igual que todos los estados miembros de la UE y los Estados Unidos, consideramos a Tíbet como parte de la República Popular de China. Nuestro interés está en la estabilidad a largo plazo, la que sólo puede lograrse mediante el respeto a los derechos humanos y una mayor autonomía para los tibetanos”. Contrariamente a las tan repetidas, pero erróneas reclamaciones, el compromiso de EE.UU. con Tíbet -iniciado durante la administración Nixon-, no ha perjudicado las relaciones Estados Unidos- China. El principio general tanto para China como para Estados Unidos ha sido la estabilidad y la coherencia. Cualquier alteración de la política establecida hace mucho tiempo por Estados Unidos hacia Tíbet llevaría al resultado contrario. Por supuesto que no ganaríamos ninguna gratitud eterna de Beijing. Cualquier ajuste a la política norteamericana hacia China llevaría muy probablemente a los chinos a la conclusión de que Estados Unidos -acosado por una crisis económica-, está reduciendo muchos de sus compromisos tradicionales y no se puede contar con él para aplicar políticas sólidas en una amplia gama de cuestiones internacionales. Si China llegara a tal conclusión, estaría dispuesta a ser menos útil a EE.UU. en cuestiones tales como Irán, Corea del Norte o, incluso, con la cooperación económica. La relación Estados Unidos-China sigue creciendo en importancia y complejidad. Este otoño, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, co presidieron un foro bilateral -El Diálogo Económico y Estratégico-, que se creó para abordar a nivel superior una serie de cuestiones claves, como la economía y el medio ambiente. Como se está avanzando en todos estos asuntos, la administración de Obama debe llamar al diálogo sustantivo entre Beijing y los enviados del Dalai Lama. El Presidente Obama debe reunirse con el Dalai Lama cuando él venga a Washington en febrero, y públicamente hacer un llamado a los líderes de China para permitir que el Dalai Lama haga una peregrinación a China. La reunión también debe utilizarse como una oportunidad para mostrar ideas prácticas que beneficien a todos los ciudadanos de China, incluidos los tibetanos. Un excelente ejemplo de esta idea es la lucha contra la degradación ambiental masiva en Tíbet. La creación de un comité de medio ambiente -como ha insistido el Dalai Lama-, sería un buen punto de inicio. Si bien el apoyo de EE.UU. a Tíbet está normalmente amparado por motivos morales, éste es un tema donde se alinean el idealismo y el realismo. Una política equilibrada hacia China, que cuente con el apoyo de EE.UU. para la continuación de la causa de la autonomía de Tíbet, es a la vez factible y necesaria. Ésta ha sido abordada con éxito durante las dos últimas administraciones, y el presidente Obama debe seguir edificando sobre este historial. La Sra. Dobriansky es ex Subsecretaria de Estado para Democracia y Asuntos Mundiales, y Coordinadora Especial para Asuntos Tibetanos. Traducción al español por Lorena Wong.