Archivo del blog

jueves, septiembre 30

Perdiendo la sensatez por Tibet


Perdiendo la sensatez por Tíbet: Los peligros de dejar que China dicte los términos del debate

El Economista
9 de septiembre de 2010
Como es bien sabido, algunas personas en Occidente tienen una idea amable sobre Tíbet. Un tintineo de la campana de un templo, el olor a incienso o un sorbo de té rancio de mantequilla de yak, y es allí donde pierden sus facultades críticas. Adulan al Dalai Lama, quien encubre sus siniestros fines separatistas en una túnica de monje y un jovial sentido común. Se ciegan ante la miseria de la vida monástica de masas del pasado y la servidumbre feudal. Se obstinan en pasar por alto las maravillas que el desarrollo económico de China ha traído a la elevada meseta.

Afortunadamente para el gobierno chino, estos necios sentimentalistas que no hacen política ni van más allá de la cansada protesta ocasional, tienen mucho que ver con China. Más afortunado aun, aquellos occidentales que tienen relación con China, a menudo, sufren de un vacío mental aún más agudo sobre Tíbet, con un efecto contrario. Están tan ansiosos de no “herir los sentimientos del pueblo chino” en especial sobre este frágil punto doloroso, que se inclinan hacia atrás haciendo concesiones que no son necesarias y, en muchos casos, ni siquiera exigidas.

Por ejemplo, la celebración del 8 de septiembre, el día otorgado a Gran Bretaña por los organizadores de 
la Expo Mundialde Shanghai, como el “Día Nacional del Reino Unido”. En las festividades se incluyó un corto nuevo ballet “La otra Orilla”, basado en algo del cuento popular que inspiró al “Lago de los Cisnes”. Luego se supo que el compositor, Pete Wyer, había dedicado su partitura al “Pueblo del Tíbet por decir la verdad, [y] por proteger su identidad cultural, a pesar de los peligros que enfrenta”.  En respuesta, el Ballet Nacional Inglés que iba a bailar con el Ballet de Shanghai, mediante el Consejo Británico -el brazo de la diplomacia cultural que había organizado la gala-, canceló la actuación. Lamentaron que se hubiera convertido en “un vehículo político” y, por lo tanto, “no apropiado”.

Esto lleva a la afamada postura británica hacia China de la “retractación preventiva”, que desde hace tiempo se da en sus relaciones con Hong Kong en extremos extravagantes. Ni el Sr. Wyer ni la partitura estaban en Shanghai, los bailarines iban a usar una grabación de su obra. La partitura no se había publicado y había sido vista por algunos músicos. La actuación fue cancelada antes de que China tuviera oportunidad de protestar. De haber sido así, hubiera habido un montón de buenos contra ataques: nada de esto tenía que ver con la política oficial británica, en Gran Bretaña el trabajo de un artista no es juzgado por sus puntos de vista personales y, de todos modos, ¿qué hay de malo en la dedicación del tontamente sentimental compositor? No apoya al tabú de la independencia de Tíbet, sino a la “identidad cultural”, a lo cual nadie se opone. Otra celebración en Shanghai esta semana fue la culminación el día 5 de septiembre de “La semana de Tíbet” de 
la Expo.

Los que tomaron la decisión de retirar el ballet estaban siguiendo los precedentes indulgentes de su gobierno. Una concesión más drástica a la sensibilidad china sobre Tíbet, llegó en un comunicado en la página web de 
la Oficina Británica del Exterior en octubre de 2008. Esto echó por la ventana la postura de larga duración del país sobre Tíbet, el cual, excepcionalmente, se había quedado corto en cuanto a un reconocimiento explícito de la completa soberanía china. Fue una posición que le importaba mucho más a China que a Gran Bretaña. La concesión fue presentada como un ejercicio diplomático de limpieza de la casa. Si China correspondió, lo hizo de manera imperceptible.

Gran Bretaña puede ser única en su disposición para anticipar las demandas y las quejas de China. Pero está lejos de ser la única en ceder sobre Tíbet, una vez que China comienza su estruendosa bravata. Esas peroratas han adquirido un nuevo vigor en los últimos dos años desde que la ceremonia del encendido de la antorcha olímpica de China fue recibida con protestas pro-tibetanas en todo el mundo. Robert Barnett, un experto en Tíbet de 
la Universidad de Columbia en Nueva York, señala que varios gobiernos europeos entre ellos Dinamarca, Francia y Alemania han respondido a la reprimenda de China (por lo general sobre las reuniones de sus líderes con el Dalai Lama) con declaraciones conciliatorias que han ido más allá de lo que China pudiera haber esperado. Además de reafirmar que “Tíbet es parte de China”, curiosamente, ellos se comprometieron a no fomentar la independencia de Tíbet. La política de China, según la frase del Sr. Barnett, es para “sacudir el árbol”. Lo que produce  una cosecha más abundante.

China sabe que las reuniones del Dalai Lama con otros líderes mundiales son rituales simbólicos que no afectan la política. También muestra una creciente comprensión que puede reflejar coacciones políticas nacionales, -o incluso (susurrándolo) principio-, y no el interés nacional en términos estrictos. Sin embargo, ha trabajado duro para frenar el acceso del Dalai Lama.

Ha tenido más éxito en Europa que en Estados Unidos. Pero, incluso Barack Obama retrasó una reunión en 
la Casa Blanca hasta febrero para evitar estropear el humor de su viaje a China el año pasado. Esto pareció reconocer el punto de China, que la reunión no era una cuestión de principio, sino sólo un elemento de negociación diplomática entre muchos. Pero, por lo menos, ésta en sí no era negociable. Lo que parece haber hecho poco daño duradero a las relaciones chino-estadounidenses.

Canción de 
la Prisión

Al difundir todas las discusiones sobre Tíbet como un “núcleo” de interés de la soberanía nacional, China al menos logra desviar la atención de otras cuestiones, como la de la constante represión que allí se da. Desde los disturbios y protestas en marzo de 2008, cientos de tibetanos, entre ellos intelectuales prominentes, han sido detenidos. Otra generación parece estar creciendo en Tíbet, irritando al gobierno chino y buscando al Dalai Lama para obtener salvación. A pesar de la aparente desesperanza de su causa, los tibetanos no parecen haber renunciado, y tampoco sus simpatizantes extranjeros.

El Sr. Wyer está desarrollando una idea para una ópera basada en la vida de Ngawang Sangdrol, una ex monja encarcelada durante 11 años en Tíbet, y ahora activista en Estados Unidos. Se hizo famosa por una cinta de canciones tibetanas que ella y otros presos contrabandearon fuera de la prisión de Drapchi en Lhasa. Ella ahora está casada con un ex monje que fue su contemporáneo en Drapchi. Entonces, poco común para una ópera y más raro aún para Tíbet, esto habría tenido un final feliz.

Traducido por Lorena Wong